domingo, 8 de abril de 2012
La señora Ana
La anciana tenía una rutina muy sencilla. Solía permanecer las horas muertas en su puesto vigía, con los ojillos abiertos en el ir y venir de la gente. Sentada frente a la ventana todo el día, no se quejaba nunca, un encanto de señora.
Lamentablemente, mis servicios en aquella casa no fueron necesarios mucho tiempo.
Estaba ya muy enferma…
Después del entierro, miré por la ventana como la buena de la señora Ana había hecho tantas veces ¿Qué vería de especial allí afuera? De pronto vi algo totalmente inesperado: frente a la casa habían construido una nueva estación de bomberos. Muchas de aquellas habitaciones carecían todavía de persianas, de modo que era fácil toparse de imprevisto con algún desnudo masculino.
LA MALDESTRA DI POTENZA
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