domingo, 8 de abril de 2012
En el autobús
El vaivén del autobús en las curvas le permitía, de una manera sibilina, acercarse a la muchacha. Aquellos movimientos conducían su mente a un pasado casi olvidado, tan solo revivido ahora por ese olor a sudor que emanaba de la piel de su compañera de asiento y que tanto alteraba su libido. Su juventud, su cercanía, el flechazo que sintió al verla..., le valieron para sentir otra vez una pasión fulminante, ardorosa, pasional, que casi había olvidado. Pero esta plenitud duró hasta que la voluptuosa joven de pelo anaranjado se levantó y le dejó otra vez solo con un respetuoso: “permiso, abuelo, me bajo en la próxima”.
Yorga
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