CONCURSO PATROCINADO POR HOTEL MAR MENOR

El hotel Mar Menor de Santiago de la Ribera apoya a las Bibliotecas de San Javier en la promoción de la creación literaria y te dan la bienvenida a este concurso.























sábado, 27 de febrero de 2010

La flor del silencio

Mi jardín estaba lleno de flores pero una mañana de un frío diciembre desaparecieron.
Entonces, lo encontré, se sentó y dijo: “A mi lado el jardín de flores amarillas, rojas, de todos los colores, no desaparecerá nunca de tu vida.”
Todo trascurrió en silencio, sin palabras, sólo los golpes, los engaños y cientos de insultos llenaban nuestra alcoba.
Pero una tarde de julio, mi jardín se llenó de crisantemos, claveles, rosas, lirios y margaritas. Y ahora sé que ha cumplido su promesa. Por fin, estaré rodeada de flores para siempre.

La viuda

Quiero ser poeta por ti, escribir los versos más bellos como Neruda, decirte que todo puede ser. Hablarte de tus deseos, de las cosas que callas, de tus miedos. Dibujarte paisajes donde rías, lechos donde soñar. Arrancarte suavemente una lágrima que no lo es, convencerte de que tu locura no es tal. Cantarte nanas y no dormirte, acunarte bajo mis ojos y pedirte que me mires como le mirabas a él. Mujer que no me perteneces, que añoras otras horas pasadas en las que yo no estoy, que te niegas a la luz de los nuevos días que habrán de venir, yo esperaré. Ya ves, mi tiempo es por ti, no entiende de renuncias, escribe versos huérfanos y te mira.

Una pequeña reflexión

Sabes que cada día que pasa no vuelve, verdad. Sabes que no tienes nada que perder y sí mucho que ganar. Te pido que no dudes más y hagas lo que más te gusta, que vivas y disfrutes de cada metro de camino que te lleva a tu sueño y no te obsesiones con la idea de llegar si no de haber andado…
El camino que lleva a casa está mojado, las piedras brillan, las luces de las viejas farolas se reflejan en ellas, como en un cuadro abstracto, ya es casi noche, el murmullo del viento entre los tejados y las callejuelas me hablan de lo bello de la vida, de la eternidad del tiempo que no podemos medir.

Escondida tras mi máscara de felicidad

Sí, esa es la frase que mejor me definía. O quizá no, quizá era feliz realmente. Estaba rodeada de unos amigos maravillosos que me hacían reír, y luego estaba él. Siempre está él; responsable de mis sonrisas, mis miradas soñadoras y de mis lágrimas también. Digamos pues mi procurador de felicidad. Pero a veces -siempre, últimamente- siento un vacío que no me deja del todo ser feliz: tenerlo al lado es genial, pero tenerlo al lado y no besarlo es quemarme poco a poco al no explotar ese fuego que él despierta cada noche en mí... Son mañanas, tardes y noches de besos, caricias y pasiones las que vuelven una y otra vez a mi cabeza y entonces me pongo melancólica... y escribo...escribo.

-XySpY-

Relato surrealista

Noto una ausencia, llevo horas navegando, devorando palabras en diagonal, horizontal y vertical, sin pausa ni respiro.
De flor en flor, picoteando de forma compulsiva, sin apenas saborear las letras, sin el paladeo necesario y previo al placer, igual que nos comemos un menú exquisito en los 45 minutos que se nos conceden de descanso para la comida.
Engullir, engullir sin parar, y digerir en grandes cantidades, no tenemos tiempo, los ojos inyectados en sangre, ya van ocho horas de las que apenas recuerdo nada. No importa, sigamos leyendo, comiendo palabras sin la ayuda de los sentidos. ¿Qué sería del acto de comer sin el olfato y la vista? Actividad mecánica.
Me voy a dormir, me imagino bailando con la coma con la mirada censuradora del señor interrogante, siguiendo el guión punto por punto, sin lugar para la exclamación. Ahora lo sé, ésa es la falta.

EL HOMBRE QUE AMABA LA BELLEZA PRODIGIOSA

Es mi locura, tu hermosura infinita, que me mata de amor en mil amores, desde el día dichoso que me habita.

OTRA VEZ EL INVIERNO

¿¡Otra vez el invierno!?- exclamó el niño, al ver llover a través de la ventana. Y le
preguntó a la madre, que limpiaba los muebles:

¿No se puede rebobinar?

Un accidente fotográfico.

-Papá, ¿puedo ver las fotos de cuando era pequeño?

-¡Claro, cariño!, vamos a encender el ordenador, enganchamos en él nuestro lápiz especial, y las vemos.

-Papá, ¿y en eso tan pequeño, caben muchas fotos?

-Sí, hijo, caben muchísimas; ahí están todas las fotos que te hemos hecho desde que naciste.

-¿Y no las tenemos en papel?

-No cariño, así ayudamos a que talen menos árboles y además tenemos más espacio en casa

-¿Y qué pasa si, jugando con el lápiz especial, al ir a hacer pipí, se me cae al agua?

Pequeña historia

Al fin, agonizando, con los ojos desorbitados y un dolor punzante en la boca, el pez comprobó que los rumores eran ciertos.

Aula de clases

Desde mi ventana se ven dos banderas.
Se mueven con el viento, agitando sus colores.
A veces descansan,
entonces, se cuentan lo que ven desde sus ventanas.

Un día después de mediodía

Fui a botar la basura y una hormiga me subió por el brazo.
Corrí, hablé por teléfono, salí, volví, seguí corriendo, me puse el pijama y cuando iba a botar la basura vi cómo lo que yo creía una hormiga me saltaba entre los dedos.
Miré más de cerca y supe que era una pulga.
Me saqué la ropa y salimos a cantar.

Ojos abiertos

Instintivamente, estuvo a punto de cerrar los ojos, pero los mantuvo abiertos. Delante de él se estaba perpetrando una injusticia. Vio e hizo lo que pudo; luego, ya nunca pudo dejar de cerrar los ojos.
Años después, casi todos los que lo conocieron, ante la mención de su nombre, abrían los ojos para abarcar su memorable recuerdo. Casi todos. Unos pocos los cerraban para contener las lágrimas.

La lengua

Con las manos no alcanzo pero con la lengua sí, llego hasta lo profundo, a lo más hondo de tu cabeza, me cuelo por los senderos pedregosos y avanzo entre barrizales, soy capaz de penetrar, de buscar cobijo en lo hundido o a punto de hundirse, en lo que se debate entre la vida y el pacto. Entre las arrugas de los nombres rotos creceré como una planta y ya no podrás borrar el signo exacto que dio sentido.

Viejos lienzos

Las pinceladas eran suaves y certeras. Cada una de ellas mostraba la quietud de su rostro, sereno. Sus ojos transmitían un escalofrío que rondaba impune por mi cuerpo.
Aquella figura empezaba a tomar forma.
No pude evitar detenerme a su lado mientras terminaba aquel retrato. En su paleta, sujetada con la mano izquierda, habían mezclados colores que nunca antes había visto. Seguía perfilando, impasible, el rostro de su lienzo.
Acariciaba con mimo cada una de las curvas del retrato. Serena y paciente. Vetusta.
Pasados unos minutos pude contemplar como la anciana, pese a su pérdida de memoria, recordaba el rostro de su amor. Y su mirada.

martes, 23 de febrero de 2010

No importa

No importa cuánto tiempo tardes en encontrarte a ti mismo, ni las vueltas que des para hacerlo. No importa el camino, ni los errores, ni las veces que tengas que volver sobre tus pasos para lograrlo. No importa si lo haces al principio o al final de tu vida. Porque ese día, el día en que verdaderamente te encuentres a ti mismo, sentirás que todo el viaje mereció la pena.

Ectoplasma

Soy un ectoplasma, no tengo identidad. Un fantasma, dirán ustedes. No. Aún peor. Soy un muerto en vida; como sin alimentarme, duermo sin descansar, vivo sin vivir. Mi vida, un desgarro. Mi destino, jirones de esperanza de volver a ser humano algún día.

Mi primera comunión

Soy de Córdoba, Argentina. Cuando tenía diez años y mi hermano menor ocho, comenzamos a prepararnos para nuestra primera comunión. Íbamos al Colegio de Madres Escolapias en el Cerro de las Rosas, era un colegio de niñas; todo un grado.
Nos hacían estudiar el Catecismo, que a mi me resultaba bastante fácil, no así para mi hermano que repetía sin entender: “los ángeles son seres puramente espirituales, dotados de inteligencia y voluntad.”
Recuerdo, mi primera confesión con el Capellán del Colegio y los ensayos que hicimos. También recuerdo que una madre, nos enseñó la “Salve”.
Por fin llegó el gran día y recibí a Jesús por vez primera lleno de gozo.

Aire

No había aire. El pecho le ardía por dentro, tenía los ojos inyectados en sangre, su lengua parecía de cemento. Luchaba por respirar, tanto que su rostro se deformaba en cada esfuerzo. Se agarró a las sábanas de su cama con tanta fuerza que se rompió dos dedos de la mano derecha. Pero el aire seguía sin entrar en sus pulmones. Se le nublaba la vista, el corazón latía cada vez más lento y, en ese momento final de su vida, lo único que recordó fue una breve conversación que mantuvo hace unos meses con un amigo:
-¿Vas a fumarte otro?
-De algo hay que morir ¿no?

Lobo

En la espesura de la noche, el lobo percibía el terror que infería a su presa que a escasas
zancadas le observaba, impávida por su presencia.
Sus ojos, de un rojo infernal refulgían en la oscuridad.
Sus fauces, sedientas de muerte desprendían un hedor macilento.
La presa, gélida, paralizada por el pánico, era incapaz de mover un solo músculo ante la
inminente amenaza que se le aproximaba.
La pelea era inevitable, mortal, sólo uno saldría vivo de la contienda.
El hombre desnudo de arma alguna, para sorpresa del feroz animal, dio el primer paso.
Se abalanzaron el uno sobre el otro en un brutal encuentro.
Ante la atónita mirada del hombre, el lobo se desvaneció.
Había vencido a sus miedos.

Diez libros

El hombre octogenario, antes de que el último invierno llamara a su puerta, releyó durante el otoño sus diez libros preferidos, y, al releerlos, recuperó una buena parte de los recuerdos del remoto ayer. Y fue niño juguetón y adolescente enamorado y adulto amado. Una parte importante de su vida regresó con los textos que leía, y, con ella, la vida, pero la vida contemplada desde la cumbre de la experiencia. Ese otoño, la sabiduría vistió al anciano de pies a cabeza. Diez libros, sólo diez, toda una vida.

lunes, 22 de febrero de 2010

Desde el cielo

No llores o llora... No sé... Haz lo que sientas... Quisiera poder secar tus lagrimas con mis manos... Más no puedo... Y quisiera tanto y tanto... No te lamentes... no viniste a verme... pero me tuviste presente...Lo sé... El tiempo pasa... sin darnos cuenta... Para mí pasó... Y te miro...te acompaño... Estoy tan cerca de ti... te consuelo... ¿No me sientes? ¡Estoy a tu lado! ¡Evoca el recuerdo! ¡Sé fuerte! Hermana... te quiero... hermana... te espero en el cielo... más no tengas prisa... nos vemos en tus sueños...

Trabajo basura

– ¿Cómo te va tu nuevo trabajo de creador? Ciertamente, no pareces muy satisfecho.
– La retribución es pobre, el horario malo y sólo se descansa un día de cada siete. Además, una vez que acabas, si te he visto no me acuerdo.
– Yo podría realizar algún pequeño sabotaje para que tuviesen que seguir contando contigo.
– Parece una idea estupenda, amigo Lucifer. Sólo te pido que no se te vaya mucho la mano.

Apocalipsis

La madurez del hombre consiste en recuperar la seriedad con que jugaba cuando era niño.
(Nietzsche.- Más allá del bien y del mal)


¡Yavé, Lucifer! ¿Otra vez jugando a crear universos? Haced el favor de dejarlo todo bien recogido y marcharos a casa, que vuestra madre os espera con la cena preparada.

EL SOLDADO PERSA

El estilizado y valiente soldado persa intentó desentumecer sus adormecidos músculos. Movió sus piernas y sus brazos y comprobó cómo crujía su cuello al girarlo a uno y otro lado. Sus largas y copiosas barbas no habían crecido desde entonces, al igual que la cascada de cabello trenzado que le nacía bajo el casco. Sus ropas estaban intactas pese a la dura batalla en la que había logrado hazañas increíbles, y sus regios brazos asían de nuevo el escudo y la lanza. Avanzó paso al frente y observó. Pero no le gustó el mundo que tenía ante sí y volvió a introducirse en el inmortal bajorrelieve que se alzaba portentosamente en la pared del museo parisino.

domingo, 21 de febrero de 2010

Tic-tac

“Tic-tac” hace el sonido del reloj estampado contra la pared cromada.

Recostada en el sofá intenta evitar palabras. Su melena esconde los surcos que caen por sus mejillas rosadas y un papel emborronado da vueltas jugando con la suave brisa que inunda la habitación. Una mirada perdida con ojos olvidados... ¿Y el color de sus pupilas? Se consumió en la tristeza de su corazón.

Cae salpicando el suelo cobrizo el dulce aroma de color purpúreo. Una herida. Un peligro.

Sus labios intentan hablar, sus ojos se cierran y nace el silencio.
Siente un vacío en el pecho. Sus lágrimas ya dejaron de derramarse, sólo queda el recorrido que hicieron y los pañuelos que quedaron revueltos, manchados de sangre...

Laberinto

Oscuridad. Los muros se alzaban sobre mi cabeza como castillos de piedra enmugrecida. La noche carecía de la compañía de la luna, sin luz sobre su manto. Me acerqué a la entrada: los enormes pasillos se adentraban hacia su interior. Tenebrosos. La hojarasca inundando las paredes.

Me paralicé ante lo que crecía ante mí: un túnel continuo que desaparecía para otorgarte el placer de conocer un lugar diferente. Agaché la cabeza, pensativa, y cerré los puños sintiendo el miedo y temor que corría por mis venas. El frío se estaba apoderando de mí, de mi cuerpo. Lo sentía en mi piel y me paralizaba.

Miré a mi alrededor... estaba sola pero ya estaba en el interior.

Dentro del laberinto.

RELATO DE UNA NOCHE DE VERANO

En una madrugada, me levanté con calor de mi cama: estaba traspirando. Rápidamente, me puse el “short” de baño y abrí la ventana del cuarto. Dormía con un hermano que tenía 14 años, yo 16.
En casa, todos dormían; salí, sigilosamente, caminando de mi casa; iba descalzo por las calles de tierra. Me dirigí a la casa de mi mejor amigo a quien conocía desde la infancia. Su casa estaba solamente a dos cuadras de mi hogar.
Por un sendero, bajé hasta el río Suquía. Subí hasta donde estaba la piscina y entré en el agua helada. Es mágico zambullirse.
Vi, con miedo, que se encendía una luz…

Una ilusión desvanecida

Sentada junto a la ventana, miro hacia la calle sin dejar de teclear; sigue lloviendo, echo de menos los rayos de sol. Vuelvo la vista hacia la pantalla y veo cómo el papel en blanco se llena de palabras, de líneas que describen situaciones que, de alguna manera, estoy viviendo. Sigo tecleando y esta vez miro de reojo mi teléfono, no pueden tardar en llamarme. Mis dedos vuelan y transforman en música todo lo que mi mente va imaginando. Estando totalmente abstraída suena el teléfono, por fin tienen la valoración de mi obra; cuelgo, coloco de nuevo mis manos en el teclado, pero ahora mis dedos pesan demasiado.

viernes, 19 de febrero de 2010

Infidelidades

Un auto negro se estacionó frente a la puerta de la casona y unos ojos femeninos se asomaron tras las cortinas de la habitación principal.
-Volvió más temprano de lo previsto –dijo la mujer al hombre que se hallaba semi-desnudo sobre su cama-. ¡Tienes que irte de aquí!
El hombre se levantó rápidamente y, tras juntar su ropa, alcanzó a escaparse sin que nadie lo viera.
A los pocos segundos, otro caballero entró al dormitorio y se alegró al notar que la mujer lo estaba esperando.
-Me moría de ganas por estar contigo –confesó mientras la besaba.
-Yo también –afirmó ella-. Pero tenemos que estar atentos. Tú sabes que en cualquier momento puede llegar mi marido.

jueves, 18 de febrero de 2010

El Quijote II

-¡Sí, yo asesiné a mi mayordomo! –confesó el acusado durante el juicio. Y dejando varias novelas policiales sobre el estrado, agregó: -Léalas, Señor Juez. Sólo así va a entender que si yo no lo mataba primero, el desgraciado iba a terminar matándome a mí.

LA MUÑECA CULTURETA

Decidí desconectar la batería de litio y acabar con su verborrea. Me acababa de comprar esta unidad de inteligencia artificial en la feria de los singles, un robot de aspecto humanoide de última generación. Por supuesto, entre las diferentes opciones me decanté por el acabado femenino. Recuerdo que el vendedor insistió en las capacidades intelectuales del prototipo, aunque la verdad, a mí me fascinó su aspecto de tía calentorra. Según el manual, después de una charlita cultureta se pondría a funcionar en plan sexy matador. ¡Pero dos horas en calzoncillos escuchando recitar el poema de Gilgamesh puede con cualquiera! Por cierto, ¿alguien sabe cuándo muere Enkidu?

Resumen

No quedaban horas. Sólo vida, y azul, y muerte.
Sólo pan en el armario y sueños por las calles estrechas de la ciudad.

No quedaban más historias que contar, y mucho menos que inventar.

Subió hasta lo más alto del mar y descendió por la mirada de niños los olvidados. Acarició la risa como si fuera un perro abandonado. Hablo de todo porque no sabía nada, y se sentó a buscar las respuestas.

Cosió la vida con cucharadas de fantasía frustrada. Vio pasar tantas nubes que aburrió al cielo.

Durmió durante años.

Pero un día, te encontró.

miércoles, 17 de febrero de 2010

EN BUSCA DE

Miraba hacia los lados mientras corría por el bosque, veía sombras entre los pinos,
escuchaba pisadas a lo lejos. Un sudor frió empezaba a recorrer su cuerpo. Se paró, estaba agotado y los nervios no le dejaban pensar. Miró a su alrededor intentando controlar la respiración y lo vio. Una sonrisa malvada invadió su rostro. Se acercó despacio, miró que nadie le observara, sacó la navaja con sigilo, se agachó suavemente y gritó:
¡¡Tengo el primer Boletus de la temporada!!.

martes, 16 de febrero de 2010

LAS RAZONES DE SANCHO PANZA

¿Que por qué seguí a don Quijote? Muchos dirán que por codicia, otros, simplemente, pensarán que porque soy un necio, pero yo sé muy bien por qué lo hice: por afán de gloria y de inmortalidad. ¿Quién se acordaría hoy de mí si me hubiese quedado en mi casa con mi mujer y mis hijos?: Nadie. Sin embargo, ahora -aunque bien que me lo gané, pues tuve que sufrir mil penalidades y escarnios-, soy uno de los personajes de ficción más conocidos del mundo.

Creced y multiplicaos

Creced y multiplicaos, les dijo Yavé a Adán y Eva, y ésta le respondió: Pues no va a ser posible, porque yo soy lesbiana, y Adán es gay.

Recuerdo

Cuando tú naciste nacimos todos contigo de alguna manera. Me llevaste en tu vientre y me alimentaste de tu propio pecho, cuando eso era poco más de lo que tenías. Ahora soy yo la que te cuida y tú eres la misma madre que en unos meses haré abuela. Me encantaría devolverte la memoria, aunque fuera tan solo por un segundo, para celebrar contigo este milagro que de alguna manera empezaste.

Desenlace

Me puse mi mejor vestido, ese negro que me hace menos culo y más elegante. Disimulé las arrugas que me hacen sentir como una treintagenaria. De camino a la cafetería recordé tus aficiones y el color de tus mejillas. Me acerqué hasta la mesa donde me esperabas y con una sonrisa de comprometida pasión me enseñaste mi invitación a tu boda.

LA PROPUESTA

Se acercó la taza a los labios y el té los tiñó de ámbar.
La chica seguía allí, sonriente, los brazos en jarras, los ojos clavados en él.
—¿Qué le parece mi propuesta? —preguntó ella.
El hombre comenzó a hurgar en su cartera, sacó al cabo un billete de cinco euros que depositó sobre la mesa junto a la nota de su consumición.
— Acepto ─dijo no muy convencido─. Vámonos.
La muchacha le susurró algo al oído a la vez que le tomaba del brazo.
—¿Y por un notable qué me haces? —preguntó él y la respuesta de su alumna
se perdió entre las notas de un cumpleaños-feliz que llegaban desde una mesa cercana.

Tres

Tres, tres, ¡TRES!

Hoy les ha dado por soplar unas trompetillas de sonido estridente y llevan toda la tarde componiendo las más absurdas melodías.

—¡Papá! ¡Miguel Ángel me ha soplado en el oído!
—¡Pero tú…! ¡Dame la trompeta!

El eco de un tremendo portazo llega hasta la habitación. Chema se levanta arrastrando la silla.

—¿Qué coño ha sido eso?
—¡Coño no se dice! —apunta la niña desde la salita.
—María has dejado abierta la puerta, ¿verdad? —grita—. ¡La has dejado abierta y David ha escapado...!

El hombre sale de la estancia muy alterado. Sobre la mesa de estudio, bajo los certificados acreditativos de antiguos premios literarios ha quedado encendida la pantalla del ordenador. No hay nada escrito en ella.

La balada del hombre rana

Llueve. Mi dedo acaricia el cristal y deseo salir.
Sin paraguas, me quito las botas para pisar los charcos. El pelo chorrea. Las gotas penetran en mi piel, que se vuelve fría, húmeda, viscosa.

Ante mí, una fuente acribillada por húmedos balazos. Un salto. El agua está fría pero me gusta. No tengo miedo a la humedad. Al revés: la necesito. Respiro por cada poro de mi cuerpo ya desnudo.

……………………………………………………

No sé el tiempo que llevo aquí. Cada día nado mejor. Ya sé croar. Escupo a los niños y asusto a las niñas. Tengo novia cuando deseo. Sin metamorfosis, soy el rey de la charca. Todo el mundo se aparta ante mí.

Ahora soy el hombre rana.

lunes, 15 de febrero de 2010

Instante

Sentí el contacto de su pecho femenino en mi rodilla izquierda, más turbación que deseo. Hablaba con alguien, distraída. Intenté separarla pero eso fue lo peor:

-No te me escapes, tío listo –sonrisa joven, fresca-. Estira la pierna otra vez.
-Venga, Laura, que quedan más pacientes y nos faltan camas
–apremiaba el compañero.

      Guardé en la memoria la orografía impresa de su cuerpo. No sé si el lunes volveré al gimnasio.

Introspección

Recuerdo tu pijama de seda, color azul marino y acuático. Y entonces te recorrió la sola idea de estar en mí y en ti y en ambos.

domingo, 14 de febrero de 2010

Rivera

Rivera, abogado novato, acababa de ganar su primer caso, un intríngulis protagonizado por un campesino que, en su ignorancia supina, había dado muerte a la última manada de tapires.
«Cadena perpetua para el mandria», pidió Rivera. «Concedido», bramó el juez...
Henchido de orgullo, el abogadillo salió del despacho rumbo al bar. Detuvo su exultación Pascual, el tinterillo…
«Vuelve a la tierra, bisoño. Todo eso fue un montaje para favorecer al Senador Beltrán. Ahora desecarán la laguna de los tapires, yo solicitaré su enajenación a favor del senador y tú me ayudarás. Sembraremos allí palma africana». « ¿Yo?». «Lo digo por si quieres llegar a ser un abogado de verdad». «Claro que quiero». «Entonces, manos a la obra»…

El flan

Carlos contemplaba las montañas deseando que llegara el sábado. Su padre le llevaría a escalar el lado derecho del macizo. Era el más abrupto y el más peligroso. Aunque ya tenía trece años y no iría al “flan” como quería su madre. Le mareaba ir en coche hasta la cima pero bajar por aquella pared rocosa era lo único que soñaba. Carlos odiaba aquel pueblo de casas de piedra y tejados de pizarra. El colegio a quince kilómetros y a Efren. Su compañero de clase era un acosador; cuyo máximo entretenimiento consistía en someterle a insultos, vejaciones y burlas. Carlos sólo quería demostrarle que él era un hombre descendiendo aquella cima, algo que aquel cretino no llegaría a realizar nunca.

jueves, 11 de febrero de 2010

LA VENTANA

Un estruendo ensordecedor me levantó de la cama. Corriendo como pude me asomé a la ventana y lo que vi…
Una nube con forma de seta gigante se podía distinguir en el horizonte. No podía creerlo. Había ocurrido. El ser humano se había vuelto loco y ya no había salida. El fin había llegado y yo ni si quiera tenía alguien a quien abrazarme en este último suspiro.
Me di cuenta que no había aprovechado el regalo de la vida. Que la vida tal y como la conocemos había acabado.
Sonó el despertador y me levanté sudoroso entre las sabanas. Había sido una horrible pesadilla. Tenía toda la vida por delante. Me asomé a la ventana y lo que vi…

¿ Y tú lees?

¿Y tú lees?- expuso aquel por saber

Lo que repone el otro.

Ni lo justo ni lo necesario, tan so las recetas del médico, ya que no es mi
deber ni salvación. Que lo de leer estropea los sesos de las gentes, pues
el exprimirlos tanto no puede ser bueno, yo con la taberna y la brisca tengo
como de sobra. Eso es para los políticos, que como son tan listos, hacen
carrera de ministros.

Pero yo que son más tonto, por fuerza tengo que hacer de todo.
Un afectuoso saludo.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Tengo que ir al banco

Son las seis de la mañana, me levanté temprano, tengo que ir al banco.
No hay nadie en las calles, está lloviendo y algunas gotas de lluvia se deslizan lentamente por la ventana, parecen pequeños ríos con sus afluentes bañando unas tierras cristalinas. Yo soy un ser diminuto y vivo allí en esas translucidas tierras, poseo una casa transparente al borde del río, yo también soy transparente, mi organismo cristalino sintetiza alimento a partir de la luz y el agua, todo formado por moléculas puras y cristalinas que a su vez forman arterias dentro de mi que son como los caminos que forma el agua sobre el cristal de mi ventana.
Son las tres de la tarde, mañana iré al banco.

Ochenta y ocho años

Unas temblorosas y arrugadas manos de ochenta y ocho años sujetan torpemente un pequeño álbum de fotos, esta abierto por la primera página y en ella hay un niño en blanco y negro con cara de revoltoso.
Sentado en la orilla de una playa remota, perdida en el tiempo, todo salpicado de arena y agua, sonríe mirándose a si mismo desde un pasado escondido en la memoria.
Una lágrima que brota de un ojo de ochenta y ocho años trae recuerdos de sal a una boca ya seca, recuerdos del mar, de la playa, de la arena que llena un reloj de cristal que se vacía demasiado rápido.

Un encuentro inesperado

El ocaso de aquel atardecer se cernía sobre mí. Observaba la arena diluirse
entre mis dedos, mientras las olas se entrelazaban entre mis pies descalzos.

Desde el mar vi que una joven se acercaba hacia mí, nadando a
contracorriente. Surgió de la orilla, recogiéndose en una coleta su áurea
melena. Se acercó con movimientos gráciles. Cuando estuvo frente a mí,
bisbiseó tras mi lóbulo, derrochando una sensualidad desaforada:

- ¿Crees en el amor a primera vista? Yo sí

Sonó el despertador y la realidad cubrió infausta mi momento. En breve,
estuve listo en la puerta del ascensor, dispuesto a otro anodino día de
trabajo. De repente se abrieron las puertas y salió ella: ¡era mi nueva
vecina!

El recuerdo

A pesar del tiempo, todavía puedes recrear con nitidez ese instante. Casi puedes volver a sentir entre tus manos el elusivo tacto de su piel y te parece escuchar nuevamente las promesas que ella repetía, antes de que acallaras su voz con un beso. Ese ha sido el recuerdo que te ha permitido soportar las largas horas de soledad compartida que fluyen lentamente, entre las paredes de esta casa de retiro.
Y ese es el recuerdo que ahora te atormenta, que te impide aceptar el final que se acerca a ti cubierto por las sombras que se acumulan frente a tus ojos, que te impulsa a lanzar un último grito de frustración, porque ahora, precisamente ahora, no sabes distinguir si lo que atesoraste a través de los años fue un autentico recuerdo o siempre se trató del difuso recuerdo de un sueño.

Dilema

Muerto mi padre.
Muerta mi madre.
Muerta mi esposa.
Muertos mis hijos.
¿Qué más puedo hacer?
Sólo una respuesta: seguir matando.

EL FRANCOTIRADOR

Miraba fijamente, obligándose a no pensar en nada más: Que el objetivo estuviera encuadrado en la intersección de las líneas vertical y horizontal.
Mientras lo hacía divagaba hacia la vida del “objetivo”. Se trataba de la vida de una persona... Se obligó a pensar en las órdenes. Debía obedecerlas
Pero subversivamente, su cerebro comenzó a cuestionarlas. Lo que iba a realizar era algo de lo que nadie decente podía sentirse orgulloso.
Con cautela, mecánicamente, sus extremidades obedecían los mandatos de unas neuronas autónomas. Se alejó de su atalaya y apagó la cámara.
Caminaba pensando como sería su vida a partir de ahora, esto sería una mancha en su historial.
No volvería a trabajar en la prensa del corazón.

martes, 9 de febrero de 2010

Sobre lo que hay tras la muerte

...

La cuenta

Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ¿cuántas eran? diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, no logro recordarlo, veintidós, veintitrés, veinticuatro, veinticinco, veintiséis, veintisiete, veintiocho, veintinueve, treinta, treintiuno, treintidos, demasiadas, son demasiadas, treinta y ocho, cuarenta y uno, cuarenta y cuatro, cuarenta y siete, cuarenta y cincuenta, cincuenta y tres, cincuenta y seis, joder no estoy seguro, sesenta y tres, sesenta y seis, sesenta y nueve, herramientas, setenta y tres, setenta y seis, contar palabras, ochenta y uno, ochenta y cuatro, ochenta y siete, ciento veinte!, noventa y dos, debía tener ciento veinte palabras como máximo, ciento uno, ciento tres, ciento cinco, ciento siete, ciento nueve, ciento once, ciento trece, casi será mejor que lo deje aquí.

lunes, 8 de febrero de 2010

PERDÓN

El hombre levantó la mirada y al verla sintió pena por su madre. El peso sobre sus hombros era descomunal. Sentía intensas punzadas como agujas penetrantes en su frente, y se cimbró de dolor al primer latigazo. Al final, desde la altura pudo ver la pureza en los ojos hermosos de una mujer que lloraba, le dedicó una sonrisa agradecido. Su vecino de suplicio le pedía que no lo olvidara. Al fin se quedó dormido, después que lo crucificaron.

sábado, 6 de febrero de 2010

Mi síndrome de abstinencia

Mi síndrome de abstinencia, tus palabras que tenues se omiten entre las horas aceleradas. Se escapan, como el viento, como el último aliento que goza mis labios, la violación de nuestra serenidad utópica, la transgresión de tus promesas implícitas sobre mi piel. Termitas inciertas de mis entrañas entreabiertas, el hormigueo perenne del arcano en mi garganta, el sudor frío en mis pómulos yermos. Otra vez, los amaneceres ansiosos y las arduas plegarias al sueño que se resiste, los ríos de ausencia y la desgana improvisada. Mi síndrome de abstinencia, tus caricias que incorpóreas se deslizan entre los rescoldos de tu memoria.

viernes, 5 de febrero de 2010

El viejo

El viejo estaba sentado en el parque. Sus ojos, que cualquiera pensaría que estaban a punto de caer rendidos en el sopor del calor y la edad, se movían incansables por lugares que apenas recordaba haber visto. Su memoria se aliaba con su imaginación en esos momentos entre el sueño y la vigilia. La memoria le dibujaba paisajes, caras y sentimientos, mientras que la imaginación hacía renacer su cuerpo, y le permitía caminar mientras sus pies seguían clavados en el suelo del parque.
Unos niños pasaron y no le prestaron atención. Él tampoco los envidió.

Al atardecer

Al atardecer, cuando el sol abrasa el horizonte, la niña camina despacio hasta la fuente. Con gesto cansado llena la vasija, en los labios se le ha muerto una canción de cuna, apenas tiene siete años. Sin resuello llega a la choza, vacía el contenido del recipiente en un tonel y espera unos minutos para recuperar el aliento y reemprender el inexorable camino.

Al atardecer, cuando el sol juega al escondite con los edificios, la niña abre la nevera, saca un zumo multivitamínico y conecta la video consola, olvida las tibias protestas de su madre recordándole que tiene que hacer los deberes y se dedica a destruir marcianos.

Al atardecer, al atardecer… ¿Quién dijo que todos los atardeceres eran iguales?

Nadie regresa de la vida

Aún no he encontrado un motivo para vivir y ya estoy aquí, rodeado de gente que me habla como si fuera estúpido. Me avisaron, allá de donde vengo, que sería así, que el mundo se volvería incomprensible, una bola cerrada de la que es imposible salir. No quise creerlos, no podía imaginar que existiera algo distinto a la luz que nos envolvía, tan blanca y acogedora. No esperaba que me recibieran a golpes, ni que mi espíritu se quedara encerrado en un cuerpo débil e indefenso. Me avisaron de que acabaría olvidándolo todo, en primer lugar, el camino de vuelta, nadie regresa de la vida.